Siguiendo con la temática de la semana pasada, en el post de hoy invitamos a nuestros lectores a conocer los trucos para lograr encender el fuego de su chimenea a la primera. Lograr que la leña prenda a la primera puede convertirse en una tarea más compleja de lo que muchos piensan, así que vamos con algunos consejos más para aquellos que deseen domesticar el fuego.

Como ya vimos, una madera adecuada, así como la confección de una pira de proporciones y estructura bien dispuestas es la mitad del trabajo para aquellos que no quieran ver como el fuego se apaga unos minutos después de tratar de lograr una buena hoguera.

 

 

Astillas y pequeños trozos de madera

Así como los organismos vivos precisan de un crecimiento orgánico, un vivo fuego debe crecer desde una ligera chispa, pasando por una leve llama, hasta convertirse finalmente en una hoguera en condiciones. Saltarse cualquiera de los pasos de este proceso significará, probablemente, tener que empezar de nuevo.

La impaciencia es la enemiga de una chimenea en condiciones. Y la mayoría de problemas de producen por descuidar el paso intermedio. El fuego no puede pasar de una simple llama en un papel a una hoguera con grandes trozos de madera llenos de ascuas. El proceso requiere que ayudemos al fuego a pasar desde el papel a la leña empleando para ello pequeñas astillas.

Tanto si cortamos nosotros mismos nuestra leña, como si la compramos ya preparada, debemos asegurarnos de conservar un recipiente con pequeñas astillas o trozos resultantes de la preparación de la leña. Su función es la de ‘aderezar’ el fuego primero del papel, sirviendo de impulso para lograr alcanzar la temperatura adecuada de manera constante.

El fuego resultante de quemar, por ejemplo, papel de periódico, es muy rápido, pero al mismo tiempo la temperatura que libera es más baja de lo que pensamos, debido a que se consume de forma rápida. Para que la energía siga liberándose, esta primera ‘llama de papel’ deberá contagiarse a pequeños trozos de madera, que liberarán energía de forma más lenta y constante: justo lo que necesitamos para lograr que prendan los grandes troncos.

Control del aire y limpieza de la chimenea

En la actualidad, la mayoría de chimeneas de leña poseen sistemas para el control del aire que nuestra chimenea recibe. Para comprender la importancia de este elemento debemos entender cómo funciona el fuego. La combustión se produce únicamente en el caso de que exista oxígeno, o lo que es lo mismo, sin aire fresco no hay fuego.

Para lograr que la combustión se produzca de manera continua y especialmente en un primer momento, es imprescindible que el fuego se produzca en una chimenea a la que llegue el aire. En la actualidad, el principal sistema de alimentación se encuentra bajo el fuego en forma de cajón que permite que el aire fluya de abajo a arriba y alimente al fuego de oxígeno. Si éste es el caso de su instalación o chimenea, asegúrese de que el cajón o tobera permite la entrada de aire, así como de no cerrar la puerta de la chimenea –en caso de tenerla- antes de lograr que el fuego tenga la suficiente fuerza.

Por último, pero no menos importante, es hablar sobre la importancia de la limpieza para lograr un buen fuego, ya que si la ceniza se almacena sin control, es más que probable que la alimentación de aire de la chimenea se obstruya. Además, la creosota puede llegar a obstruir la salida de humos, es decir, el tiro de la chimenea, impidiendo una combustión correcta de nuestra chimenea.